La calificación energética se ha convertido en un elemento crucial en la toma de decisiones para comprar, vender o alquilar un inmueble. No es un simple sello en un papel, es una evaluación completa que puede influir en su valor de mercado y en la calidad de vida de los residentes. Veamos con más detalle cómo se asigna, quiénes pueden hacerlo y qué impacto real tiene en los gastos mensuales.
La calificación energética es un índice que informa sobre el consumo energético y las emisiones de CO2 de un edificio o vivienda en condiciones normales de funcionamiento. La escala de calificación va desde la «A» para los inmuebles más eficientes, hasta la «G» para los menos eficientes.
Antes de obtener la certificación, es necesario que un profesional acreditado realice una serie de evaluaciones en el inmueble:
Los datos recopilados se ingresan en un software que realiza los cálculos necesarios para determinar la calificación. Este software considera factores como la ubicación geográfica, el clima y las horas de luz natural.
Un técnico certificador energético es quien debe realizar la evaluación. Es crucial verificar que tenga la acreditación necesaria, que en general es concedida por organismos gubernamentales o asociaciones profesionales.
A continuación, se muestra un ejemplo basado en un apartamento de 70 m²:
Si consideramos el gasto anual, la diferencia entre un inmueble con calificación A y uno con G podría ser de hasta 1.800€ al año. Esto demuestra la importancia de invertir en mejoras de eficiencia energética. A largo plazo, esos ahorros pueden ser significativos. Por ejemplo, en un período de 10 años, la diferencia en gasto energético podría ascender a 18.000€.
Es evidente que mejorar la calificación energética de un inmueble requiere inversión. Aquí hay algunos ejemplos de costos de intervenciones comunes:
Un inmueble con una mejor calificación energética no solo reduce los gastos mensuales, sino que también puede aumentar su valor en el mercado. Se estima que un incremento en la calificación energética puede aumentar el valor de reventa en un 5% a 10%.
Desde 2013, en la Unión Europea, es obligatorio presentar el certificado de eficiencia energética para vender o alquilar un inmueble. Incumplir esta norma puede resultar en multas que varían según la legislación local.
La calificación energética es mucho más que una letra en un documento, es un indicativo de la calidad de vida que se puede esperar en un inmueble, el impacto ambiental que este tiene y a menudo, un reflejo de la inversión en eficiencia energética que se ha realizado. Con el auge de la conciencia ambiental y los crecientes costos de la energía, esta calificación será cada vez más determinante en las decisiones inmobiliarias. Es una inversión que bien vale la pena, tanto para el bolsillo como para el planeta.
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